Alimentarse es el hecho consciente y voluntario de proporcionar los nutrientes necesarios para el buen funcionamiento de nuestro organismo. Cuando la alimentación es saludable y equilibrada, se evitan ciertas enfermedades que aparecen al ingerir alimentos con altos contenidos en grasas, sal y azúcares, como la obesidad, la hipertensión o la diabetes tipo 2, entre otras.
Puede parecer sencillo explicar el proceso de alimentarse, casi instintivo, pero habitualmente el hecho de comer está sujeto a normas o a reglas sociales que lo condicionan. De hecho, hay grandes diferencias entre grupos sociales a la hora de comer. No hay más que fijarse en el tipo de comida de personas de zonas o culturas diferentes y comprobar que tienen sus propias normas, sus propias lógicas a la hora de elegir las comidas.
Además de estos factores, se dan otros que condicionan la alimentación de las personas según su clase social o su actividad laboral o tipo de trabajo. De modo, que hay condiciones que facilitan o no poder mantener de forma continuada unas rutinas de alimentación saludable y equilibrada durante la jornada laboral, tanto en el tipo como en la cantidad y frecuencia de los alimentos y que aseguren las necesidades nutricionales de una buena salud general.